Puede que, en algún momento, se nos pase por la cabeza obtener cierta rentabilidad económica de nuestra afición, aunque sea modestamente. Primero tenemos que pensar en ser capaces de autoabastecernos de ejemplares, y por tanto, de poder llevar a acabo con éxito la reproducción de los ejemplares de nuestro corral.
Aunque no pensemos en nuestra afición con un “objetivo comercial”, el aspecto de la reproducción de los animales tiene una gran relevancia, ya que nos permitirá disfrutar de una faceta más de la actividad, así como podremos aumentar la producción de la carne para nuestro consumo familiar.
Escoger a los ejemplares que vamos a destinar a la reproducción es una tarea que debemos realizar tras analizar una serie de cuestiones relacionadas tanto con las características del animal como con nuestros objetivos productivos. Así, debemos llevar a cabo una valoración de las cualidades de nuestro animal, en función de la finalidad que nosotros, como criadores, queremos dar a su reproducción: carne, huevos, plumas, nuevos ejemplares aptos para la reproducción, etc.
Estos son criterios en los que debemos basarnos para seleccionar al ejemplar más idóneo de cara a las labores reproductoras. Hay que descartar también a los animales que padezcan de alguna enfermedad o malformación, y tampoco son recomendables aquellos que manifiesten un carácter nervioso o presenten una tasa de fertilidad baja.
Después de fijarnos en estos criterios, tendremos que valorar los rasgos morfológicos del animal y su genética. Y es que, las capacidades productivas de los animales y sus rasgos morfológicos se transmiten en cierto grado de padres a hijos.