Los perros y los gatos pueden llegar a vivir una media de 12 años, cosa que hace que tengamos un vínculo emocional fuerte con ellos y que toda la familia se acostumbre a su presencia, a sus recibimientos, a ir a pasear con él, a entender que es lo que piede en cada momento aunque no hable y a olvidar los problemas del día jugando un rato con él al llegar a casa.
Por todo esto, cuando muere una mascota, toda la familia sufre igual (o en algunos casos, incluso más) que si hubieran perdido a uno de sus familiares. Los que más sufren con esa pérdida son los niños y la persona encargada del animal, los cuales sienten que pierden a un verdadero compañero, ya sea perro o gato.
Según estudios de unos psicólogos estadounidenses, el dolor por la muerte de una mascota puede durar entre 6 meses y años.
Existen varias formas de aliviar el dolor ante esta situación:
► Expresar el dolor.
► Compartir con la familia y los amigos sobre el dolor y pedir ayuda para superarlo.
► Adquirir otra mascota (no para sustituir a la anterior) sino para tener otro animal al cual darle amor.
► Evitar idealizar al animal y darle el lugar que le corresponde, el de mascota, y no el de familiar.
► Colaborar con protectoras de animales
► Enterrarlo en un lugar al que podamos ir a menudo para recordarle y llevarle flores.