El compost es un abono natural que existe desde que existen vegetales en la tierra. Toda aquella vegetación que cae sobre el suelo se convierte en compost, ya sean las hojas de una planta que cortemos, las hebras de césped o las malas hierbas que arrancamos. Ya sea encima del suelo o de manera interna (haciendo las lombrices la labor de llevarlas hacia el interior de la tierra), todo estos vegetales acaban convirtiéndose en abono orgánico. ¿Cómo producir compost casero para nuestra huerta?
La clave es conseguir que las bacterias que pudren la materia vegetal, liberen nitrógeno, sustancia que mide la mala o buena calidad del abono (a mayor niveles de nitrógeno, de mejor calidad y más efectivo será nuestro abono. Este nitrógeno, al incorporarlo a nuestro huerto se van absorbiendo todos esos nitratos y nitritos y así alimenta a nuestras plantas.
Para lograrlo, debemos contar con un montón de compost a una temperatura de, al menos, unos 66º, cuanto más calor, mejor se liberará el nitrógeno, matará todas las posibles semillas (por ejemplo una manzana podrida que hayamos incorporado a nuestro cubo de compost) y la materia orgánica se vuelve más beneficiosa.
Si contamos con un huerto pequeño, podemos disponer de un arcón o un cubo de tamaño medio de unos 1,5 por 1,5 metros, construidos en cualquier material como madera, piedra, cemento, ladrillo o plástico. La condición es que estén colocados en el suelo, con orificios para la ventilación y una zona en la parte superior para su extracción.
¿Qué conseguimos en nuestro huerto casero con compost de calidad? El cambio lo notaremos en pocos días. Las plantas crecerán más vigorosas, con mejor color y más sanas, ya que resistirán mejor enfermedades o plagas. Además, es una manera natural de acelerar su proceso de crecimiento.