Una de las tareas de educación más difíciles de los dueños de un perro es enseñarle a ser limpio en casa, y más cuando tenemos a nuestra mascota en un piso o en una casa sin finca. ¿Cómo le podemos acostumbrar a hacer sus necesidades en el mismo sitio y con una misma rutina?
Ante todo debemos tener paciencia y ser insistente porque recuerda que, así como nosotros también tenemos costumbres y rutinas, nuestras mascotas deben hacerse con ellas, y esto se consigue a base de insistir, de fallar y de corregir una y otra vez.
En la primera etapa de vida con su familia, el perro hará sus necesidades allá donde él crea conveniente, para corregirle debes estar muy pendiente cada vez que lo haga mal. Enseñarle no significa pegar o tratar con violencia a tu mascota, debes ser enérgico. Un rápido “No” a tiempo, subir el tono de voz con seguridad y llevarle al lugar donde ha cometido la fechoría como diciéndole: “¿Qué es esto? ¿Lo has hecho tú? ¡Esto no se hace!”.
Mientras esto ocurre, que ocurrirá durante los primeros tiempos, empieza a practicar una rutina de paseo. En función de los horarios y disponibilidad de los miembros de la familia turnaros para fijar horas fijas al día para sacar al perro, por ejemplo, por la mañana antes de ir a trabajar, después de comer y después de cenar. Nuestras mascotas asocian acciones con hechos y se darán cuenta que tras la cena tocará el paseo.
Seguramente, al principio hará sus necesidades más a menudo hasta que no esté habituado a estas costumbres.
Una vez que haya aprendido a que no debe hacer sus necesidades donde no debe, aprenderá a comunicarse contigo a través de gestos: nerviosismo excesivo, estar al lado de su correo o de la puerta, son gestos que nos indican que puede tener ganas de salir a la calle.
Recuerda que, así como también le regañas cuando hace las cosas mal, felicítale cuando las haga bien. Prémiale con una caricia, una galleta para perros o palabras cariñosas.